|
RELACIONES ENTRE LA EDUCACION FORMAL Y LA NO FORMAL IMPLICACIONES PARA EL ENTRENAMIENTO DOCENTE (Extracto) Ali Hamadache*
Ali Hamadache. Universidad de West Indies. Documento de trabajo preparado para el taller sobre la relación de la educación formal y no formal. Implicaciones para el entrenamiento docente, organizado por la Oficina de la UNESCO en Kingston (noviembre 1994). Algunas definiciones:
formal, no formal, informal En la Clasificación Internacional Estándar
de Educación, el término “educación” es definido como “comunicación
organizada y sostenida diseñada para producir aprendizaje.” Esto refleja un
punto de vista institucional, el cual es restrictivo y excluye cualquier cosa
hecha en una escala relativamente grande para ampliar el acceso a la educación.
Es una definición que le concede poca importancia a las formas espontáneas,
extra escolares, de aprendizaje. Hoy nadie disputa el hecho de que la gente
continúa aprendiendo de sus experiencias y son capaces de absorber y acumular
conocimiento e ideas, a menudo pasivamente, observando programas de televisión,
visitando museos, observando a sus padres, a grupos de pares, a amigos, etc. Este tipo de aprendizaje es adquirido al azar,
por supuesto, y así no siempre cae dentro del campo del educador y aun menos
del planificador. Se piensa en la educación con más frecuencia
como una secuencia de experiencias de aprendizaje, preparadas anticipadamente
por personal calificado para el beneficio de los alumnos. Al ampliar esta definición, “educación”
podría llegar a incluir cualquier cosa dirigida hacia producir cambios en las
actitudes y modelos de conducta de los individuos, dado que para que este
cambio ocurra, ellos tienen que necesariamente haber adquirido nuevos
conocimientos, destrezas y habilidades. Los proponentes de esta definición más
amplia del proceso educacional llegan tan lejos como para argumentar que el
aprendizaje espontáneo, extra escolar –que es difuso, amplio y rico en
potencial creativo–, es tan merecedor de financiamiento público como lo es
la educación formal tradicional, que hasta aquí ha gozado de un virtual
monopolio en este respecto. Todos los procesos de aprendizaje caen
necesariamente en una u otra de las siguientes tres categorías. Aprendizaje al
“azar”,
(o suplementario, incidental, difuso, espontáneo, informal ...) que incluye
actividades educativas no estructuradas (Evans, 1981). En el aprendizaje “al azar,” la educación
es un proceso de osmosis entre el estudiante y su ambiente. Ha sido
establecido que la mayoría del conocimiento y destrezas que un individuo
acumula a lo largo de su vida es adquirido en un ambiente no estructurado, por
medio precisamente de este tipo de educación. Esto se aplica al aprendizaje del idioma
propio, valores culturales, actitudes y creencias generales y los modelos de
conducta de una sociedad determinada, que son transmitidos por la familia,
iglesias, asociaciones, miembros prominentes de la sociedad, la comunicación
social, los medios de masas, los museos, los publicistas, juegos y cualquier
otra institución cultural. En gran medida, tal educación es obtenida por
medio de una combinación de observación, imitación y emulación de miembros
específicos de la sociedad. Por ejemplo, transmisiones de radio o televisión
para el público en general pueden, en alguna medida, estar orientadas a
instruir pero pueden o no encontrar auditores o espectadores que están
dispuestos y sean capaces de aprender con el mensaje y ponerlo en práctica.
Lo mismo puede decirse de la gente joven que pueden observar a artesanos con
el propósito expreso de aprender una destreza (hay intención de parte del
alumno, pero no del profesor). Varios aspectos del aprendizaje “al azar”
deben ser tomados en cuenta en la capacitación de profesores: el uso de
idiomas nacionales y/o lenguas maternas que actúan como vehículos en esta
forma de aprendizaje, así como modelos y valores que a menudo son diferentes
de aquellos inculcados por la educación formal; la relación del aprendizaje
formal con trabajo productivo o socialmente útil; la coordinación de
actividades escolares con oportunidades de aprendizaje e infraestructuras
socio educacionales y culturales que ya existen en las comunidades locales y
la canalización de influencias ejercidas por los medios, etc. Educación no formal (o extra escolar), que incluye todas las formas de instrucción promovidas
conscientemente por el profesor y el alumno, siendo la “situación de
aprendizaje” buscada por ambas partes (emisor y receptor). Coombs y sus colaboradores propusieron una
definición de educación no formal que ha sido ampliamente aceptada:
“Cualquiera actividad educacional organizada fuera del sistema formal
establecido ... cuyo propósito es servir a clientelas identificables y
objetivas de aprendizaje”, (Coombs et
al., 1973). Esta definición tiene la ventaja de establecer las características
principales de la educación no formal. Consiste en actividades tales como: – organizadas
y estructuradas (de otro modo
serían clasificadas como informales); – diseñadas para un grupo meta identificable; – organizadas para lograr un conjunto
específico de objetivos de aprendizaje; – no
institucionalizadas, llevadas a cabo fuera del sistema educacional
establecido y orientadas a estudiantes que no están oficialmente matriculados
en la escuela (aún si en algunos casos el aprendizaje tiene lugar en un
establecimiento escolar). Educación formal (escolar), que se diferencia de la educación no formal en que es impartida en
instituciones (escuelas) por docentes con contratos permanentes dentro del
marco de un currículo determinado. Este tipo de educación se caracteriza por
su uniformidad y una cierta rigidez, con estructuras verticales y horizontales
(clases agrupadas por edad y ciclos jerárquicos)
y criterios de admisión de aplicación universal. Esta educación se diseña
para ser universal, secuencial, estandarizada e institucionalizada y
garantizar una cierta medida de continuidad (al menos para aquellos que no son
excluidos del sistema). La frontera entre la educación formal y la no
formal no siempre está claramente establecida y no existe un consenso real
sobre la diferencia entre ambos subsistemas: se dan aspectos no formales en
las estructuras de aprendizaje formal, tales como el uso de no profesionales
como profesores, enseñanza a distancia, la participación de los padres o
miembros de la comunidad en el proceso educativo o en la administración
escolar, la incorporación de trabajo productivo a la escuela y otros de esa
índole. Del mismo modo, se han realizado experimentos
fuera de la escuela usando distintos métodos y a diferentes velocidades que
las usadas en escuelas tradicionales, pero cuyo objetivo es enseñar el mismo
currículo que el empleado en el sector formal. Esta interrelación, lejos de
ser dañina, puede ser altamente beneficiosa cuando ambos lados pueden tomar
ideas “prestadas” del otro. En este artículo, los términos educación no
formal y aprendizaje extra escolar se emplean indistintamente, con el mismo
significado, en el entendimiento que el concepto puede ser aplicado igualmente
a adultos que a niños y cubre todas las situaciones posibles de aprendizaje y
auto instrucción, con una forma más o menos estructurada y ubicada en el
borde o fuera del sistema escolar aun si tales actividades se llevan a cabo en
edificios escolares del sistema formal). No obstante, cualquiera sea la
terminología usada, la compleja relación entre la educación formal y la no
formal subsiste y todavía no hay una definición clara e inequívoca de ambos
conceptos. La aparición del concepto de educación no formal
El
concepto de educación no formal emergió hace unos 30 años, aunque la
preocupación que lo originó existía desde mucho antes. Fue en los años
1960 y particularmente en los 1970, que se centró más atención en la
educación no formal. Estudios e investigaciones en la materia abundan, aunque
la literatura tiende a concentrarse en la educación de adultos y
especialmente en la educación permanente, en vez de en enfoques innovadores
fuera del sistema de educación formal diseñados para darle acceso al
aprendizaje a niños que no lo tienen. Para un mejor entendimiento de la aparición
del sector no formal, debe tenerse presente algunas observaciones. La escuela ya no es el único lugar donde
ocurre el aprendizaje y ya no puede pretender asumir por sí sola la función
educacional en la sociedad. Más aún, el aprendizaje involucra tal variedad
de factores que es imposible concebirlo dentro de los confines de un sistema
único organizado y supervisado por una autoridad central. La educación ya no
es la exclusiva responsabilidad de consejos nacionales de educación, sino que
también de otros servicios e instituciones, incluyendo aquellas activas en el
campo del desarrollo. Educación y aprendizaje ya no son
considerados como sinónimos de “escolaridad,” aun cuando muchos padres
continúan equiparando educación con escuela obsesionados con el diploma que
la escuela se presume que otorga como un pasaporte al empleo, que ahora es
cada vez más hipotético. El igualar aprendizaje con la educación formal
permanece firmemente anclado en la mente de muchos padres, pero como ellos han
sido forzados a reconocer el fracaso del sistema en el que han puesto todas
sus esperanzas, su insatisfacción con –y su crítica de– los sistemas de
educación existentes se ha transformado en una fuerte marea y objeto de
serias preocupaciones. Para empezar, fueron las carencias y
deficiencias del sistema escolar tradicional las que gatillaron el creciente
interés en formas de educación extra escolares que actúen como suplemento o
aun sustituto, de la escolaridad formal. Este interés es comprensible dadas las
ventajas que la educación no formal puede ofrecer al desarrollo socioeconómico
y/o socio cultural, particularmente cuando se enfrenta con el desilucionador
desempeño de un sistema escolar cuyo componente educativo –académicamente
ambicioso– no es ni práctico ni específico; no tiene relevancia en la vida
diaria de los alumnos y sus costos son altos, lo que limita su expansión. Son
estas limitaciones cuantitativas y las deficiencias cualitativas de la educación
formal las que han hecho buscar soluciones en actividades fuera de la escuela
(Furter, 1984, p. 5). Influenciada por el concepto de educación
permanente la extensión de estos enfoques a la educación proporciona marcos
de referencia, capacitando la toma de decisiones a largo plazo que van a
diversificar las funciones, tareas y contribuciones de los sistemas
educativos, de acuerdo a las diferentes formas institucionales adoptadas
aunque, al nivel nacional, esta perspectiva raramente va más allá de una
etapa teórica debido a la falta de condiciones apropiadas (Furter, 1984, p.
7). Educación
no formal En el contexto de la coordinación de la
educación primaria y la alfabetización de jóvenes y adultos y en vistas a
una integración relativamente mayor de la educación formal y no formal con
actividades sociales y culturales productivas, es necesario evitar una
dispersión de los esfuerzos y optimizar el uso de todos los recursos humanos
disponibles e involucrados en el proceso educativo; o al menos deben tomarse
medidas para asegurar una mayor cooperación entre los diversos especialistas
y actores que trabajan en el campo de la educación para el desarrollo. Además,
si ellos van a hablar el mismo lenguaje, debe dárseles la capacitación
necesaria para permitirles adoptar innovaciones educacionales que les
preocupan a todos en campos multidisciplinarios tales como
educación en población, el medio ambiente, la comunicación, el
entendimiento internacional y el enlace entre trabajo productivo y la educación
(Pauvert, 1985). Este tipo de capacitación común debería
alentar el deseo de participación conjunta en el desarrollo de equipos
multidisciplinarios, en todos los niveles de la sociedad. Es una consecuencia
natural del concepto general de educación (formal y no formal), enlazado su
papel en un enfoque integrado al desarrollo. Es posible definir las
habilidades comunes mínimas requeridas por todo el personal involucrado en
actividades educativas formales y no formales, las que a su vez son
componentes de actividades multidisciplinarias y que convergen hacia el mismo
objetivo, en el contexto del desarrollo. La introducción de núcleos comunes de
capacitación inevitablemente destaca la necesidad de consistencia y
armonización de los ti-pos de capacitación dados o a ser dados a personal
docente con funciones diferentes. La necesidad de una mayor integración de
los tipos de capacitación a ser dados a los diferentes actores y agentes
comprometidos en la educación formal y no formal no es nada nuevo, pero debe
ser reconocido que este principio no es ampliamente aplicado en la práctica,
a pesar de los muchos estudios realizados en este campo y los esfuerzos hechos
para identificar componentes de la capacitación comunes a las distintas
categorías de personal (Pauvert, 1983). Las cambiantes funciones y papel del profesorFactores que contribuyen al cambio El papel del profesor ha evolucionado debido a
los cambios sociales y políticos en cada sociedad, que impone nuevas demandas
al sistema educacional como un todo en términos de metas y objetivos
educacionales y de contenidos y métodos de la enseñanza. Las principales
demandas son las siguientes: La
democratización de la educación, que conduce al rápido crecimiento de servicios
educativos en todo el mundo y proporciona escolaridad a un grupo de pupilos más
heterogéneo que antes, de ambientes socioeconómicos muy diversos. La escuela
ya no es, por lo tanto, elitista o selectiva. Los docentes se han tenido que
familiarizar con diferentes sistemas de referencias culturales y sociales,
para poder identificar necesidades y motivaciones y adaptar prácticas pedagógicas
y de organización a nuevos contextos y situaciones de aprendizaje. Además,
la ex-tensión de la educación primaria
obligatoria en muchos países ha alargado el período desde cuatro y seis
años a ocho y 10 años, con frecuencia incorporando los niveles primarios
existentes y la primera etapa de la escuela secundaria y aun, en algunos
casos, cursos preescolares. Esto ha llevado a una revisión de las
especialidades docentes, ya que el rango de estudiantes que asisten a la
escuela es mucho más amplio que anteriormente. La explosión
del conocimiento, con un creciente volumen de conocimientos aplicados –
particularmente científicos y tecnológicos– su obsolescencia periódica y
la materialización de nuevas áreas del conocimiento (ambiental, poblacional,
drogadicción y prevención, etc.). Esto amerita la actualización del currículo
es-colar, con énfasis en desarrollar el deseo de aprender y la habilidad de
adquirir conocimiento independientemente. Aprender a aprender llega a ser al
menos tan importante como lo que es aprendido. Esta perspectiva de educación
permanente proporciona el marco más adecuado para la incorporación, dentro
de la estructura de los sistemas escolares, de formas de aprendizaje escolar y
extra escolar. Esta orientación cambiará radicalmente los principios mismos
en los cuales se basa el currículo y enfatizará métodos y técnicas pedagógicas
más adaptados al individuo, más tiempo dedicado al trabajo en equipo y un
cambio en la relación profesor / alumno. En este enfoque dirigido al
estudiante se acentúa la adquisición de medios con los cuales el individuo
puede constituir su propio cuerpo de conocimiento, más bien que a través de
la transmisión pasiva y unilateral de datos preestablecidos. El desarrollo
de técnicas modernas de diseminación de la información –por la
prensa, la radio y sobre todo la televisión– que tiende a afectar la relación
profesor / alumno. El profesor se enfrenta a jóvenes que están
mejor informados, más críticos y de actitudes menos conservadoras, por lo
tanto más abiertos, pero más exigentes. El profesor, por lo tanto, ya no es
la única fuente de conocimiento, el que ahora es adquirido de muchas fuentes
distintas que forman lo que se ha llamado “actividades extraescolares”.1
Claramente, la 1 El término “actividades extraescolares” se refiere a
presiones educacionales a las que el niño es sometido: presiones no formales
que no están necesariamente dirigidas a él y de las cuales el no siempre está
consciente, como no lo están sus padres o profesores, tales como el ambiente
social, la prensa, la televisión, el ambiente religioso y urbano, el juego, y
otras similares (Moeckli, 1980). La escuela ya no es el único lugar donde se
educan los niños, aun si la familia descarga su responsabilidad en ella cada
vez más a medida que su ámbito se desarrolla. Aunque no en forma explícita,
estas presiones educacionales externas ejercidas por las “actividades
extraescolares” son el vehículo para modelos culturales altamente
significativos que la es-cuela debe tomar en cuenta. En consecuencia, la
formación de docentes debe tener en consideración el hecho que la escuela ya
no es el templo de todo aprendizaje y la única fuente de conocimiento. La
escuela debe estar abierta a actividades extraescolares, concebidas como
actividades educacionales complementarias, con la necesaria adaptación de sus
estructuras, currículo y métodos. Este enfoque es amplia-mente reconocido,
pero surgen dificultades en su práctica debido principalmente a: – la naturaleza estandarizadora y
uniformadora de un sistema escolar ‘dividido entre esta tarea de igualización
que la sociedad le asigna y la tendencia hacia desarrollar aptitudes
individuales’ (Moeckli, 1980), así como la importancia que se le otorga a
un sistema de evaluación y diplomas otorga-dos en reconocimiento de
habilidades medibles, excluyendo componentes subjetivos no cuantificables,
especialmente la capacidad creativa personal; – la reticencia de parte de la
docencia a aceptar influencias externas, particularmente si involucran la
participación de no docentes en el proceso educativo; – la sobre centralización del desarrollo
curricular que no toma en cuenta la diversidad de los ambientes culturales.
La introducción de actividades “no escolares” en los programas de
formación docente pro-mueve métodos pedagógicos que desarrollan un sentido
de la individualidad e iniciativa de grupo y alientan la expresión creativa
de la identidad cultural de cada alumno. La vida diaria es traída así a la
escuela, un enfoque que requiere que el profesor sea mucho más un líder de
grupo y organizador del aprendizaje que el transmisor de conocimiento. |
|