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   Articulos 

Arte, comunicación e informática: 

 

conocimiento y usos de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación

  Raúl Moneta

Decano

Facultad de Bellas Artes

Universidad Nacional de la Plata, Argentina

Télf. 542131920

 

Las transformaciones en el marco de la Educación Superior se configuran a partir de aspectos 

diferentes, articulados en una tonalidad compleja. En este sentido, las nuevas tecnologías juegan un papel doble­mente significativo. Por un lado constituyen un nuevo modo de repre­sentación cultural que incide, más allá de su rol de herramienta, en el imaginario social, como registro de percepción y condicionante de los modos de producir y comprender la realidad.  

 

Por otra parte estos soportes técnicos, articulan el circuito comunicacional delimitando el uso de nuevas herramientas las cuales inciden directamente de los procesos de comunicación, en la definición de los perfiles profesionales y en la acreditación de la demanda laboral.  

Asimismo, el acceso a estos recursos vehiculiza la producción de conocimiento y la concreción de políticas de gestión y planificación es­tratégicas, a partir de sus cualidades de registro, acumulación, veloci­dad, centralización de fuentes diversas, confiabilidad.  

Desde esta mirada, la nueva tecnología constituye un modo de representación del mundo y simultáneamente una herramienta de po­den  

 

En ambos casos ha sido depositaria de una confianza sin límites, que a la luz de sus verdaderos aportes en la mejora de la calidad de vida y, en el caso puntual de la educación superior, de la calidad educativa, merecería una interpretación menos lineal.  

La presencia en la vida cotidiana de nuevos circuitos comu­nicacionales y herramientas tecnológicas, promueve respuestas antagó­nicas de similar intensidad. 0 la adhesión que es depositaria una vez más de la fantasía del progreso basada sólo en el avance científico tec­nológico o el rechazo, también frecuente ante lo nuevo, que tiende a desvalorizar sus aportes.  

La simple utilización del video‑cassette en manos de un niño pequeño, en sus operaciones más elementales, (detener la imagen, retrocederla, acelerarla) supone algo más que la adquisición de habili­dades operatorias, implica una modificación estructural del concepto de tiempo que hubiera problematizado a un adulto promedio hace un par de décadas.  

Pero como correlato, estas habilidades (encender, detener, rebobinar, apagar, acelerar) constituyen frecuentemente interrogantes indescifrables en la cotidianidad del mundo del adulto.  

Si se entiende la cultura como una tensión entre tradición e inno­vación, es sin duda tarea de la educación superior optimizar la aplica­ción de los recursos tecnológicos para mejorar la calidad de su oferta y recíprocamente preguntarse acerca de la significatividad y las conse­cuencias de estos cambios.  

La tendencia a considerar los aportes tecnológicos como un va­lor autónomo, neutro, prescindiendo de la situacionalidad en que estos valores se producen, esteriliza muchas veces la capacidad de transfor­mación y el impacto social de los mismos.  

Desde esta hipótesis, la tecnología (de igual modo que en otros momentos históricos) es vehículo de información y comunicación. Pero si los mensajes que se vehiculizan a través de esas herramientas no rea­lizan contenidos de orden social y son incapaces de expresar en profundidad estados de consenso y valores humanos, la tecnología deja de ser vehículo para transformarse, al decir de Baudrillard, en el mensaje en sí mismo.  

La capacidad de repetir y reproducir al infinito, la modificación de los conceptos de tiempo y espacio en la vida cotidiana, el acceso a circuitos de comunicación complejos, el impacto de la adquisición de tecnologías de punta en la desocupación y el mercado laboral, la com­pulsión por construir sistemas de seguridad ante el temor a que se borre la memoria, aparecen como metáfora epistemológica de los nuevos mo­dos de organización social que acompañan las transformaciones.  

 

La educación superior participa de esta tensión. Es necesario en­tonces conocer, manejar y desarrollar programas de actualización y ca­pacitación en el empleo de las nuevas tecnologías, en sus múltiples y diversas facetas y aplicaciones y paralelamente construir espacios de debate y consenso que permitan comprender su significación y límites.

 

LOS MULTIMEDIA Y LAS AUTOPISTAS DE LA INFORMACION

 

En la actualidad, la cultura globalizada con una ostensible pre­eminencia de las informaciones y las comunicaciones genera constante­mente nuevos mundos cuyas ramificaciones se extienden más allá de cualquier previsión, sin aduanas, fronteras o límites que la detengan.

 

Internet se destaca en esto como la red de redes, sinónimo de variedad y multiplicidad de mensajes, valores, productos, servicios e intereses.

 

La comunicación masiva o multimedia, Internet, replantea cues­tiones relativas a lo público y lo privado. Cientos de voces y de relatos se entrecruzan. Aparecen como vehículo para el acceso público pero preservan su carácter anónimo (lo neutro, el 'se' heideggeriano) ya que los usuarios se identifican con un sobrenombre prescindiendo de otro tipo de datos. Sin embargo hay personas que si pueden, logran, saben, averiguan más información sobre otros (los hackers, crackers y phreackers). A medida que ésto se perfecciona, otros grupos efectúan la contrarespuesta complejizando los sistemas de seguridad con el objeto de preservar el ingreso a la privacía de los participantes en estos foros.

 

Aquellos que realizan sistemas de seguridad son generalmente ex hackers que acceden al circuito para trabajar contra su antigua actividad.

 

Se constituye así la paradoja comunicacional mayor información/ menor cantidad de propietarios de esos valores. Resulta tentador esta­blecer un paralelo con otras esferas de la realidad social.

 

El acceso a la masividad informativa implicará en muy breve tiempo una nueva especialidad que es desarrollar la habilidad suficien­te, los conocimientos necesarios para encontrar con velocidad y preci­sión la información deseada. Como se ha dicho, la educación superior debe asumir la necesidad de capacitar en los marcos que tiene un inme­diato acceso y oponer al universal abstracto un universal situado en la identidad histórica, la consolidación de los tejidos sociales, el contacto directo entre sujetos, la afectividad, al lenguaje propio, la interpretación como competencia para comprender al mundo desde un lugar. Respues­tas posibles frente a la brutal hiperproduccíón de valores culturales transnacionales, globalizados, cuyo signo es que, ante un mismo esfuer­zo de realización de manufactura de una imagen comunicacional, se obtenga la mayor cantidad de usuarios, clientes, compradores posibles. El mercado reemplazando al Estado.

 

De todos modos, las grandes corporaciones de producción de mensajes están obligadas a dejar grandes áreas temáticas de lado para abarcar el mayor grado de universalización en su producción. En ese descarte se producen fisuras en las que se pueden fortalecer productoras pequeñas y locales, con el apoyo de profesionales que responden a un nuevo perfil, formados en los conocimientos multimediales. Las institu­ciones educativas son parte sustancial de este desafío.

 

La aparente democratización de acceso a los medios de comuni­cación y a las fuentes de información, se esteriliza cuando es sólo acce­sible a ciertos sectores que tienen la capacidad de ingresar, dejando mar­ginadas de estas tecnologías a un alto porcentaje de la población.

 

En la medida en que la tecnología permita una mayor convergen­cia de los medios de comunicación se potenciará su democratización. En la industria y aún en la producción de conocimiento se reemplaza­rán, en algunos casos, las computadoras personales por pequeñas termi­nales de una gran red, las cuales abastecerían del software y los bancos de datos necesarios para poner en funcionamiento cualquier tipo de programa de computación o aplicaciones informáticas. Esto demanda conexiones en red que posibiliten un muy alto flujo de información, es decir, redes de alta velocidad.

          

El sistema conocido hasta ahora que lo permitiría hacer y que no tiene práctica en limitaciones de crecimiento es la fibra óptica. En la actualidad quienes más fácilmente podrían llegar a abastecer este servicio de un conexionado de fibra óptica son los canales de video cable, que están mucho más cercanos de ofrecer este servicio en los hogares.

Esta situación a resolver es lo que se ha dado en llamar el problema de los últimos 300 metros, que sería la distancia promedio entre los nudos troncales y las terminales hogareñas. No es esa la ventaja de las compa­

ñías telefónicas que en este último tramo generalmente utilizan cables de cobre los cuales tienen un límite, un techo de pasaje de información.

 

Este nuevo sistema comunicacional resulta un híbrido entre la computadora y la televisión. El cableado de fibra óptica por encima del cable coaxial, tiene la capacidad de portar grandes paquetes de información de ída y vuelta, permitiendo la apertura a la interactividad. El usuario puede enviar información de vuelta al lugar donde fue originada y modificaría al agregarle nuevos datos. Operaciones tan sencillas como ir a un menú de películas y señalar la elección de preferencia, quizás reemplacen a los video clubes. Se podrán incorporar poderosos programas de computación para tareas muy específicas, accediendo a ellos con una total independencia en el tiempo. E incluso el trabajar en el hogar controlar a distancia en la oficina y guardar toda la información en un área privada de la red.

 

Ya no se trata de un espectador medianamente pasivo, sino del que tiene un total control del momento, lugar y extensión de acceso a la información y la comunicación aún en el marco de las contradicciones señaladas.

 

Algunos autores plantean enfáticamente la pérdida del aura de la obra de su arte ante su reproducción masiva. Y asocian a los medios como protagonistas de la degradación de la obra de arte. Es momento de preguntarse si esta reproductividad técnica acaso no es generadora de nuevas formas de arte.

          

En gran medida, las realizaciones artísticas en los nuevos medios son producidos actualmente por operadores técnicos con una formación asistemática, atomizada y autodidacta. Cabría preguntarse, por tanto, si son los medios en si mismos, o quien produce en ellos, los verdaderos ejecutores de las modificaciones y transcripciones del arte en sus for­mas más tradicionales. 0 si en todo caso, es la ausencia de especialistas lo que ha permitido embestir sobre este vacío.

 

Esta generación de espacios, para las modalidades que se están manifestando en un incipiente arte virtual, habrá de ser rescatando códi­gos tradicionales enhebrados en los nuevos lenguajes de expresión. Y paralelamente inventando su propia comunidad virtual a la cual exponer lo producido, para luego expandirse a toda la comunidad real. Valiéndo­se para ello de la escritura, las representaciones visuales y nuevas for­mas de producir música e imágenes conceptuales, en la actitud crítica que acompañe la formidable irrupción de estas problemáticas.

 

La información circula a una velocidad y en una magnitud que implica el desarrollo de habilidades perceptivas y cognitivas para un acceso directo a lo que se busca o necesita.  

 PRESERVACIÓN DE LA IDENTIDAD CULTURAL  

 

Hasta hace relativamente poco tiempo resultaba habitual escu­char predicciones acerca de la configuración de un mundo enfáticamen­te visual en las comunicaciones como paisaje del fin del discurso guttemberguiano, el fin del libro. Sin embargo Internet ha vuelto a po­ner en muy primer plano el relato lineal, el relato escrito. Con otras herramientas (electrónicas) está cambiando el soporte que paulatinamente abandona el papel. Sin embargo la estructura del libro, el concepto de libro, de narración, es reflotado y renace de lo que parecerían sus estertores.  

 

 IDENTIDAD Y GLOBALIZACION  

La infocultura en un mundo interrelacionado por redes con un altísimo grado de interactividad en la información y comunicación de­sarrollada, plantea interrogantes ¿cómo afectará al individuo en la me­dida que se masifique este tipo de tecnocultura? Esa acción sobre el individuo, ¿qué cambios generará en las conductas sociales? Pautas históricamente validadas como la idea de Nación, soberanía, sufrirán cam­bios, indudablemente, en una cultura globalizada. La relación globalización‑regionalismo sugiere por el momento más preguntas que respuestas.  

 Por otro lado, la gran capacidad de acumulación y almacenaje de la información, y por tanto de la memoria, implica una recuperación del patrimonio cultural e histórico. El problema está en que una cultura hipertextual, con un interrelacionamiento en el texto, no ya en forma lineal, sino de una tridimensionalidad del acceso a la información, gene­ra un relacionamiento espacial con esa información de una manera muy diferente y novedosa cuyo abordaje científico se encuentra en un estado preliminar. La tecnología avanzada, como una resonancia de la moder­nidad, a una velocidad mayor que la capacidad del conjunto social para comprenderla. Mientras el individuo accede a lo global resigna cierta referencia de su punto regional y local. Cobra importancia desde la edu­cación superior la recuperación y conservación de lo cotidiano.  

TECNOLOGIA Y EDUCACION

TEcN

 

Las transformaciones educativas operadas en los países latinoa­mericanos y del Caribe se realizan desde diversos enfoques y experien­cias concretas. Pero el elemento común de estos procesos reside en la voluntad política de transitar el camino que va de la educación repetitiva, informativa y memorística tradicional a una educación significativa, de contenidos.

 

En esta línea, la significatividad es social y académica y por tan­to atañe a la educación superior. Uno de sus aspectos centrales consiste en promover la formación de sujetos críticos capaces de seleccionar, procesar y otorgarle sentido al desborde de información circulante, re­duciendo la infinitud de caminos posibles a las variables sustantivas ca­paces de generar vías de profundización y desarrollos comprensivos complejos.

   

En el marco de la educación superior en las áreas de pre y post­grado, extensión e investigación la delimitación de temáticas preferenciales validadas social y metodológicamente y consensuadas a través de la participación del conjunto de actores del sistema educativo, debería aportar criterios generales para la utilización adecuada de los nuevos circuitos comunicacionales. De este modo, la nueva tecnología significará un reservorio de actos posibles a futuro, para un sistema con la mirada puesta en mejorar la calidad de vida en nuestros países.

 

CALIDAD DE LA EDUCACION SUPERIOR

 

El proceso de evaluación de la calidad y la autonomía universitaria  

 

Los procesos de globalización que vienen generando profundas transformaciones a nivel mundial, en la economía, en la cultura, los im­pactos científicos tecnológicos, la integración regional y muchos otros que afectan masivamente a la sociedades presentan una serie de desa­fíos nuevos a los gobiernos y a las sociedades, frente a las cuales se deben ir buscando alternativas para conjugar las soluciones con los pro­blemas que demandan estas nuevas realidades.  

Entre los efectos de la revolución científica se destaca la impor­tancia que ha adquirido el conocimiento y la información en el desarro­llo de la sociedad y de los países, en este sentido es innegable el rol preponderante de la universidad en la creación del conocimiento y la formación de profesionales, científicos y técnicos.  

 

La mayor competitividad en la que se desenvuelven sus activida­des, los diferentes sectores productivos como consecuencia de las exi­gencias de los sistemas económicos, los nuevos perfiles que demandan los mercados de trabajo, exigen a la Universidad revisar y ajustar su modelo de formación profesional para que la oferta tenga la posibilidad de responder a los requerimientos del mundo laboral.  

 Como un factor más de distorsión de los sistemas de educación universitaria aparece la masificación del acceso a la educación superior que se traduce en un importante aumento en la matrícula de las universi­dades y el crecimiento significativo de las instituciones de educación superior, muchas veces en un marco político con regulaciones muy «laxos» y sin planificación estratégica de la expansión de la matrícula.  

 En este marco, el financiamiento estatal de la educación pública genera en la sociedad una clara necesidad de conocer el uso de aquellos recursos del Estado destinados a los diferentes niveles. Fundamental­mente, esta interrogante se genera en vinculación con aquellos servicios a los que no puede acceder la totalidad de la población, como es el caso de la enseñanza del nivel universitario. Al interior de las instituciones universitarias este planteo social, es sentido como la necesidad de de­mostrar a la comunidad el uso de los fondos, en la concreción responsable de los objetivos propuestos.  

 

También no podemos desconocer que los procesos de globalización producen en forma simultánea una profundización de la segmentación social al interior de las naciones, acentuando las diferen­cias entre los distintos sectores sociales. Frente a este hecho la universi­dad no puede desconocer su «responsabilidad social» y debe enfrentar un singular desafio como es el adecuar sus estructuras rígidas para satis­facer las demandas sociales que no superen las posibilidades de atender con los servicios educativos, con su estructura de ciencia y tecnología y de extensión universitaria.  

 

Además, la Universidad como ámbito del saber tiene la respon­sabilidad de CONSTRUIR EL SABER A CERCA DE Sí MISMA: de sus fundamentes filosóficos, de su misión, de sus objetivos, de su estructu­ra, de sus funciones, de sus relaciones con el medio. La posibilidad y la capacidad de construir ese conocimiento acerca de sí misma, es el más claro fundamento para reivindicar y profundizar la A UTONOMÍA INS­TITUCIONAL. Pero también de esta posibilidad y capacidad de PEN­SARSE, se deriva su mayor responsabilidad en el ejercicio de la autono­mía. Allí missmo encontrará sólido respaldo con la capacidad de reflexión y la conciencia crítica de los actores de la comunidad universitaria, frente a la realidad institucional y social en general.  

 

La autonomía universitaria en un nuevo escenario, caracterizado por los rápidos avances de la CIENCIA Y LA TECNOLOGIA y el surgimiento de nuevos contextos sociales, políticos y económicos, exi­ge resignificar la misma desde las características, posibilidades y exi­gencias que configura este nuevo escenario, lo que conlleva la necesi­dad de evaluar la calidad de la enseñanza universitaria de manera permanente. El acento puesto en la defensa de la autonomía está destacando en forma directa el mayor grado de responsabilidad institucional quese genera en la instancia de dar cuentas a nivel social de los logros alcanzados en vinculación con los objetivos propuestos.  

 

Frente a los intensos y variados cambios, la universidad no sólo se ve impulsada y exigida a intensificar la investigación científica y tec­nológica en las más diversas áreas disciplinarias, sino también a poner en el centro de su preocupación, investigar el tema mismo de la universidad, sus funciones, sus objetivos, su organización y calidad de su gestión.  

 

Autoevaluación y autonomía, dos notas que se refieren mutua­mente en el desarrollo institucional universitario responsable y compro­metido socialmente, permiten perfilar con claridad el papel de la evalua­ción externa en tanto aporte para elaborar propuestas de mejoramiento de la calidad. Pero la responsabilidad de elaborar esas propuestas, potenciarlas y llevarlas a la práctica corresponde a la capacidad institu­cional de planeary hacer efectiva una gestión de calidad. La planeación universitaria, como alternativa posible a partir de la autonomía, permite contar con un camino racionalmente formulado para orientar el desarro­llo integral de la institución.  

 

Por otra parte, surge claramente la necesidad de inaugurar una nueva relación entre el Estado, la sociedad y las universidades, entre los instrumentos de políticas públicas que se pueden adoptar aparece con un posicionamiento efectivo la evaluación de la calidad como un medio de articular esta relación, permitiendo además el surgimiento de una nueva ética social de la educación universitaria alrededor de la práctica de la calidad, la eficiencia y el desempeño académico.  

 

Situaciones que operan como obstáculos en un proceso de autoevaluación  

Sentado el discurso en la trilogía calidad, eficiencia, y equidad, aparece una resistencia bastante apreciable en al ámbito académico a la posibi­lidad de un cambio en las orientaciones del desarrollo del sistema educati­vo de educación superior y de las propias relaciones con el Estado.  

 

Un sector mayoritario rechaza las prácticas de la evaluación en defensa de sus actuales niveles de ineficiencia y baja calidad, recurrien­do como manto protector a la defensa de su autonomía, por otro lado se esgrime, el argumento ideológico que la evaluación amplía los poderes de control del Estado, avanzando sobre la autonomía universitaria.  

 

 Todo esto indicaría que una de las alternativas que deberíamos usar para vencer estas dificultades es el desarrollo de la conciencia de la necesidad de la evaluación académica como un medio de enfrentar la crisis del cambio y adquirir definitivamente pertinencia social.

 Mencionaremos brevemente las situaciones más conocidas que operan como obstáculos en la organización e implantación de un proce­so de evaluación institucional.  

 

 • No está arraigada, y en algunos casos no existe, una cultura de la evaluación en los actores del Sistema Universitario sosteniendo un status académico insuficientemente contrastado.  

Existe un clima de desconfianza frente a la percepción de un modelo de evaluación estrechamente ligado a una política de distribución presupuestaría y a un mayor control del Estado.  

Inexistencia de un sistema de información que incluya, bases de datos esenciales para iniciar procesos de evaluación.  

No se ha generado a nivel institucional un «espacio reconocido» en el tiempo de trabajo académico, de los actores, para encarar estas tareas específicas.  

Inexistencia del financiamiiento necesario para atender los requerimientos específicos que se derivan de las complejas actividades que supone: GENERAR un proceso de evaluación y ASEGURAR SU PERMANENCIA en el tiempo de modo ininterrumpido.  

• Inexistencia de una recompensa salarial acorde con las exigencias que se derivan de una clara opción por una dedicación exclusiva y un compromiso fuertemente ligado a lo institucionaL  

Desconocimiento de la comunidad universitaria respecto a modelos y metodologías que se proponen, desde los niveles de decisión, para los procesos de evaluación universitaria.

 

La falta de acuerdo se fundarnenta básicamente en que por una parte, se percibe una clara orientación de las propuestas hacia una perspectiva sincrónica, lo que significa la no consideración de las particularidades del proceso de desarrollo institucional, que determinan profundarnente la realidad que se analizan y por otra parte, que en dichas propuestas no se prevé la valoración de las características particulares del contexto socioeconómico y cultural en el que la Universidad desarrolla sus actividades.  

 

Calidad universitaria y permanencia social  

El nuevo escenario universalmente aceptado, determina que re­suene con más intensidad el interrogante acerca de, en que medida la universidad está en condiciones de responder a los nuevos requerimien­tos de la sociedad. Hoy el compromiso de reconocer sus carencias y las de la realidad en la que esté inserta, resignificar sus funciones de docen­cia, investigación en función de los requerimientos que provienen de todos los sectores y ámbitos. Así, es posible, interpretar la calidad uni­versitaria en el contexto más amplío, asegurando su pertinencia social; por ello es necesario trabajar en el ámbito de la determínación de la calidad universitaria tanto en el plano conceptual como en el de la reali­dad ¡otra y extrauniversitaria.  

De igual modo, el tema de acreditación universitaria está estre­chamente ligado a esta delimitación conceptual. Es común vincular el tema de la acreditación universitaria de manera exclusiva con los valo­res e intereses de la comunidad académica. Esta perspectiva refuerza la imagen de la universidad intramuros y la aisla más de su contexto social en un enfoque superador, resulta necesario generar y definir un espacio de participación para los diferentes sectores sociales, en el proceso de acreditación, lo que permitiría lograr la coherencia necesaria entre la propuesta teórica de interpretar la calidad universitaria en el contexto social con el proyecto institucional que se formula y se concreta en la práctica.  

DESCRIPTORES

 

ENSEÑANZA SUPERIOR; TECNOLOGIA DE LA INFORMACION; COMUNICA­CIONES

HIGHER EDUCATION; INFORMATTON TECHNOLOGY; COIMUNICATIONS.

 
 
Copyright © 2002 Lic. Fabiana Cohen                                                                                                                         
Última modificación: 06 de Julio de 2002                                                                                                                      
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